Este libro está lleno de vida y pensamiento, de observaciones de alguien lúcido que mira el mundo queriendo atrapar parte de él en la escritura de su cuaderno de notas, ese taller en marcha del escritor que ha ido cobrando en nuestro siglo XXI tanta importancia como la obra ideada para la primera plana de un periódico. En estas páginas se dan cita –con igual importancia– el retrato o el autoretrato, las crónicas, las pequeñas anécdotas que desatan historias, las reflexiones más allá de lo uno y lo diverso, los recuerdos y las evocaciones, los pasajes de crítica literaria, los cuestionamientos disconformes y, en definitiva, las divagaciones no tan quiméricas de un impenitente soñador, que continua en este libro el tono y la intención de sus anteriores tomos de diario, Estaciones de paso (2015) y Ruido y eco (2022), donde encontremos lo mejor y más genuino de este autor.